Ignacio Pérez-Jofre. "El aspecto de estar siendo observado"
De 10 de marzo a 12 de mayo de 2018.
Ignacio Pérez-Jofre vuelve a La Gran con "El aspecto de estar siendo observado” tres años después de su exposición “Escombro” y sus intervenciones urbanas por la ciudad de Valladolid.
Si en su primer proyecto en la galería realizaba una reflexión profunda sobre el qué y el cómo de la pintura a partir de su soporte, en ese caso el soporte encontrado, ahora, con un verso de T. S. Elliot (“las rosas tenían el aspecto de flores observadas”) alude al acto de la observación como atención aumentada y minuciosa que consigue que un objeto deje de ser un objeto sin más para pasar a ser un objeto observado, con lo que adquiere un carácter del que con anterioridad a esa mirada reflexiva carecía; una cierta personificación.
En esta nueva colección de obras de la serie “Las cosas”, Pérez-Jofre reflexiona acerca de sus motivaciones para pintar insistentemente los objetos que le acompañan día a día y que parecen posar para él “como un modelo para el fotógrafo. Las cosas se saben observadas y actúan en consecuencia. Toman una pose, una actitud. (…) Están personificadas, animalizadas, transformadas en otras cosas. Cuentan historias o simbolizan ideas. Se asocian a experiencias, son registros de sucesos pasados o premoniciones de hechos futuros. Es como si estuvieran en un escenario teatral.”
Como en el caso de la exposición "Pintar para ver" de Laura López Balza (simultánea a esta en la galería), la exposición parte de los cuadernos en los que Pérez-Jofre plasma insistentemente las cosas que diariamente le rodean. Personas, mobiliario, útiles, herramientas, alimentos, medicamentos, plantas, ropa, libros… que están dibujados con una extraordinaria destreza técnica y conforman una suerte de diario personal, en el fondo un autorretrato realizado a partir de la observación atenta sobre unos objetos que a otros, a menudo, nos parecen insignificantes. Una de las paredes de la galería se llena de una extensa selección de algunos de esos pequeños dibujos, mientras que otros pueden verse directamente en los cuadernos.
Junto a ellos, cinco cuadros de grandes dimensiones representan otros tantos de esos objetos (zapatos, un flexo, un lápiz o un bolígrafo…) que han adquirido “importancia creciente en su pensamiento” según sus palabras y en cierto modo, por su presencia y los títulos que les da, el carácter de personajes, ocupan de manera casi violenta varias paredes de la vivienda en que se ubica la galería. Cuadros que Pérez-Jofre pinta –también del natural, sin mediación fotográfica– con trazo enérgico sobre papel de gran formato que después siluetea y pega sobre un lienzo crudo; lo que crea un sorprendente contraste entre la pincelada expresiva y el borde preciso y delimitado recortado contra el fondo impoluto.