“Rituales”. Ana Teresa Barboza
De 8 de septiembre a 5 de noviembre de 2022. La Gran (Carabanchel, Madrid)
[Proyecto conjunto de La Gran y Espacio Líquido]
Para esta exposición, Ana Teresa Barboza ha residido durante varias semanas en Laguarres, (Huesca), y continuar con su investigación sobre las relaciones entre paisaje y textil a partir del estudio y experimentación con los elementos naturales de un nuevo entorno y generar una serie de obras que reflexionan sobre los rituales y las propiedades que tienen algunas plantas que aparecen en él. Un trabajo sobre la transformación de la naturaleza y el olvido de las leyendas como símbolos de otros olvidos.
En “Rituales”, Ana Teresa Barboza (Lima, 1981) se adentra en un nuevo paisaje, alejada de las lanas, tintes y juncos de su lugar de origen o de herencias textiles como las de la cultura Paracas, para vivir entre cuadros estratigráficos y mapas geológicos y de la flora oscense, a miles de kilómetros. Un camino de estudio y experimentación –a veces también de introspección– por el río Isábena, que nace en la cordillera de Los Pirineos y discurre por toda la provincia de Huesca, en el que plantas como el quejigo, el álamo negro, la viborera y rocas como el conglomerado le permiten conocer e interiorizar el lugar que transcurre para realizar un registro del territorio y sus propiedades a través de las técnicas del bordado y del tejido. Barboza recorre todos los elementos naturales desde una observación detenida y se introduce en piedras, montañas y ríos para acceder a lo ritual simbólico que esconden sus historias y que late en el tiempo cíclico del que emanan relaciones entre animales, minerales y vegetales. El ritmo pausado de sus movimientos al tejer sobre la urdimbre de algodón es un gesto que se repite una y otra vez, en forma de ciclo, entre hilos y pigmentos naturales.
En un esfuerzo por reconocer y adaptarse a ese nuevo lugar, la artista comenzó a recolectar especies vegetales –cardo corredor, ajonje, olivarda, corcoja, gordolobo o incluso barro de río– y a hacer experimentaciones tintóreas: “Se trata un ejercicio de observación que además de permitirme conocer un nuevo entorno, me ayuda a conectar con él a través de esos pigmentos extraídos. Pienso, además, en la migración de estas especies que transportan consigo esencias que contienen propiedades medicinales y conocimiento local”.
La artista ha creado piezas de gran tamaño con tejido de cáñamo y urdimbre de algodón que remiten a especies o a paisajes, para devolverles lo ritual simbólico a través de su práctica artística e impedir que desaparezcan las propias plantas y el conocimiento local de las leyendas que construyeron parte de su historia. Las plantas recolectadas y la forma como ha descrito los lugares donde crecen, nos narran de alguna manera cómo estas especies están siendo olvidadas. La tintura de la planta sobre la fibra –que muestra en algún caso en forma de leyenda que recoge especies y colores– se convierte así en un registro del suelo y el entorno en el que crecen y Barboza establece una relación entre ese olvido y el del propio tejido que utiliza en alguna de sus obras –la fibra de cáñamo– ya que su cultivo se ha ido relegando en favor de otros tejidos sintéticos. Con ello, no solo pone en valor técnicas ancestrales, sino que su trabajo tiene la particularidad de engendrar –a diferencia de lo que ocurre con otras propuestas artísticas que proliferan a nivel global y que se valen de la utilización del textil– un tejido social que involucra prácticas de diversas comunidades y en el que prima el cuidado, el respeto, la responsabilidad y el compromiso con los recursos naturales.
De esta manera, el tinte natural sobre las fibras se convierte en registros del suelo y del entorno en el que crecen. En una de las obras se suman todos los colores de los minerales que conforman las rocas que las acompañan. Otro de los textiles representa los distintos elementos geológicos tejidos en un mapa de las formaciones rocosas que afloran en la superficie de Huesca. Una piel pedregosa, sensible en manos de la artista, que concluye: “Los textiles presentados son un registro del tiempo y la información que recojo sobre distintas especies vegetales y minerales, como una manera de entender las relaciones y ritmos que se tejen en ese nuevo entorno. Entre la obtención de los tintes, el trabajo de bordado y las tramas del tejido, mi cuerpo trata de incorporar un nuevo tiempo al ritmo de los ciclos naturales. Los textiles no solo dejan constancia de rituales de movimientos de un cuerpo sino que además nos muestran imágenes que intentan develar la continuidad y las relaciones entre lo animal, lo vegetal y lo mineral. La fibra del animal absorbe los tintes de las plantas, casi de la misma forma que las plantas absorben los minerales de la tierra. El nuevo color que le doy a las fibras con la esencia de especies que parecen estar siendo olvidadas, son presentadas casi como muestrarios, a la espera de ser nuevamente observadas y fijar en ellas nuevos significados. La práctica del tejido y la urgente observación de un entorno me permite crear nuevos vínculos entre la solidez de las piedras y la fragilidad de las plantas. La adaptación fluye cuando mi cuerpo empieza a incorporar caminos, árboles y temperaturas. Mediante el textil la adversidad se vuelve dócil”.
Breve biografía de la artista :
Ana Teresa Barboza (Lima, 1981), utiliza el tejido y otras técnicas artesanales tradicionales para transmitir al espectador una observación meditativa y poderosa sobre su entorno, para concentrarse en los vínculos que la unen con los otros. Su obra reciente reflexiona sobre la transformación de la naturaleza y la relación o contacto de los humanos con ella y utiliza el bordado y el tejido para hacer un paralelo entre el trabajo manual y los procesos de la naturaleza, creando estructuras con el hilo similares a las que hace una planta, por ejemplo. En algunas obras se simulan experimentos que buscan recomponer la naturaleza con otro orden, enseñándonos a mirarla nuevamente. Con ello busca reaprender de la labor de los artesanos para restablecer el contacto con los procesos manuales y corporales con que la herencia, la cultura y las imágenes han ido tomando forma y mostrar las huellas dejadas por el cuerpo y la naturaleza en ellos.
Licenciada en la Facultad de Arte, ha participado en exposiciones individuales y colectivas en Sudamérica, Norteamérica y Europa y ha ampliado estudios y realizado residencias en París, Taipei, Ginebra y Lima. Su obra se encuentra en múltiples colecciones americanas, europeas y asiáticas. Recientemente, su trabajo ha participado en la Bienal de Cuenca (Ecuador), Bienal de Arte Paiz (Guatemala), Bienal de Sydney (Australia) y sus últimas obras se han podido ver en su exposición individual del Museo Malba de Buenos Aires y en la Iberoamericana de Toro (Zamora).
El trabajo de Ana Teresa Barboza en Laguarres (Huesca) se realizó en la residencia Villa Bergerie dirigida por Jonathan Hammer.