"El jardín de senderos que se detienen"
13 de febrero a 12 de marzo de 2016.
"El jardín de senderos que se detienen”, es una exposición que busca la mirada creadora del espectador a partir de obras de Elisa Terroba, José Luis Serzo, Laura Piñeiro, Ignacio Pérez-Jofre, Luis Pérez Calvo, Paloma Pájaro, Marina Núñez, Enrique Marty y Raúl Hevia y un cuento de Luis Grau Lobo.
“El jardín de senderos que se detienen” está formada por nueve relatos en forma de instalaciones o conjuntos de piezas –y uno en forma de cuento, que da título a la muestra– que a su vez contienen miles de finales, todos ellos abiertos y a menudo inesperados o sorprendentes. Los primeros relatos son las obras de Elisa Terroba, José Luis Serzo, Laura Piñeiro, Ignacio Pérez-Jofre, Luis Pérez Calvo, Paloma Pájaro, Marina Núñez, Enrique Marty y Raúl Hevia. El décimo es el que Luis Grau Lobo ha escrito apropiándose de los arranques de doce conocidas historias (de la Biblia al Quijote, pasando por Moby Dick, La Odisea o La Isla del Tesoro) y continuándolas —más bien deteniéndolas— de forma inesperada; alterando, y en cierto modo traicionando, el relato que conocemos y por tanto esperamos.
Por la vivienda donde se ubica La Gran se distribuyen las obras, todas de fuerte contenido narrativo, abiertas y esperamos que llenas de significados. Formalmente todas están compuestas por agrupaciones de piezas de pequeño formato, cada una de las cuales puede también ser dispuesta, leída y entendida individualmente, dando lugar a nuevas historias, que desgajadas del conjunto cobren vida propia.
Pero unas y otras piezas son relatos incompletos, pues necesitan de la lectura creadora de un espectador activo –emancipado diría Rancière– que perfeccione las historias que cada artista nos propone. En una época de relatos impuestos que buscan espectadores pasivos e ignorantes que consuman grandes historias de contenido único, absoluto; de blancos y negros pero no de grises, queremos defender la mirada que el mundo del arte ofrece sobre la realidad. Una mirada que no se ajusta a los esquemas del pensamiento lógico y que aporta una perspectiva distinta y genera lecturas nuevas, realidades inéditas y por tanto, sin duda, un mundo diferente.
Esa mirada del mundo del arte es, por supuesto, la mirada del artista, pero también la del espectador que con su papel protagonista aporta con ella lecturas diferentes, inesperadas, a menudo sorprendentes y siempre creadoras. Sabemos que no hay arte sin espectador, que además de la producción es fundamental la recepción, por eso queremos rendirle un pequeño homenaje a nuestros visitantes y proponerles el juego de una participación más activa. Para ello solicitaremos, a través de nuestra web y redes sociales, sus lecturas personales sobre las piezas que exponemos. Su final, de entre los miles de finales posibles, para cada uno de los ocho relatos propuestos.
Con esta exposición queremos, además, reivindicar el origen de La Gran como editora de arte que busca acercar el trabajo de los artistas a todos los públicos, pues varias de las piezas que mostramos surgieron de esa etapa. Son piezas siempre asequibles que permiten a cada espectador extender la lectura de los obras/relatos a su ámbito doméstico. Es también la primera colaboración que desarrollamos con Nocapaper, editora hermana que además de participar en el desarrollo de la idea aporta las piezas de Serzo.
El relato que acompaña y da título a la exposición es de Luis Grau Lobo, licenciado en Arqueología e Historia del Arte, director del Museo provincial de León y presidente del Comité español del ICOM.
Comienza así:
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Jamás leyó una sola línea de libros de caballerías o andanzas inventadas y fantasiosas disputas. El cura que de niño atendía su alma se encargó de expurgar su casa de tales obras en evitación de vicios perniciosos e inútiles distracciones. El hidalgo vivió y murió haciendo gala de una proverbial cordura.
Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,
que anduvo errante muy mucho después de Troya sagrada asolar;
vio muchas ciudades de hombres y conoció su talante,
y dolores sufrió sin cuento en el mar tratando
de asegurar la vida y el retorno de sus compañeros.
“No ha de hacerse tal cosa”, la voz del iracundo dios tronó
en medio de furia de vientos y azote de oleaje
“jamás ha de cantarse sobre aquel que osara ofendernos
y cuya astucia lidiar pretendiera con nuestra razón,
sean prevenidos todo bardo, todo rapsoda, los aedos todos”