La Gran y Espacio Líquido se complacen en presentar su proyecto para la edición especial de abril de Estampa 2021.

Con obras de Ana Teresa Barboza, Chechu Álava, Marina Núñez, Moreno & Grau y Juan Baraja.

Tras desarrollar conjuntamente proyectos expositivos como “Mudanza” o “Un mundo que no existe” y compartir stand en Pinta Miami y Justmad 2020 ambas galerías muestran en ESTAMPA obras de las artistas Ana Teresa Barboza, Chechu Álava Marina Nuñez, Moreno & Grau y Juan Baraja con un proyecto que habla de identidad y naturalezas interiores sobre paisajes naturales y urbanos. Vinculando lo interior con lo exterior a través de acercamientos poéticos y sensibles. 

La dos galerías mantienen en esta feria una apuesta que no es en absoluto nueva para ellas: la de dar preferencia a proyectos desarrollados en su mayoría por mujeres artistas en entornos, como las ferias de arte, que no son especialmente favorables a hacer visible sus obras y reflexiones; intentando, además, que los trabajos mostrados mantengan una relación entre ellos que refuerce sus discursos. Partiendo de la exposición realizada de forma conjunta en La Gran en torno al paisaje “Un mundo que no existe” continuan con sus intereses sobre éste y la naturaleza desde la introspección, con miradas que lo vinculan con la identidad de la mujer en los trabajos de Marina Núñez y Chechu Álava, también con la identidad de un lugar natural y urbano que termina por generar la propia de las artistas tras recorrerlo y vivirlo, como se puede ver en los trabajos de Moreno & Grau, Ana Teresa Barboza y Juan Baraja. Interconexiones entre espacio interior-exterior que recorren paisajes íntimos y tangibles desde una experiencia directa con el medio. 

Así, Marina Núñez mostrará en feria varias obras de la serie “Especie” (2019), realizadas en cristal tallado con láser que están entre la escultura y el dibujo. Junto a ellas, “Marejada” (2021) y “Gótico” (2020), imágenes digitales sobre pan de oro de figuras femeninas. En ambos casos vemos identidades imbricadas corporalmente con la naturaleza que se vuelven raíz o tallo, de las que surge un paisaje y hace que se conviertan en el paisaje mismo. En palabras de la artista: «su piel no es una frontera, o una armadura, sino algo poroso, abierto, fluyente. Con empatía hacia el entorno, en vez de protección, hostilidad o miedo… son simbióticas».

En el caso de Chechu Álava esta simbiosis se traslada a una identidad entendida desde la colectividad del ser mujer. La atmósfera velada de sus pinturas envuelve retratos y escenas que se adentra en el subconsciente de la artista y viven de sus recuerdos y experiencias. Con influencias de la historia del arte, la literatura y el cine, y desde una perspectiva feminista, entiende su trabajo como una matrioshka rusa donde en un cuadro confluyen cuestiones de género, espirituales y de autoconocimiento; meta-artísticas que de un plano personal reflexionan sobre cuestiones universales.

De Ana Teresa Barboza presentará varios tapices de 2020 y 2021. En ellos, a partir de imágenes digitales de paisajes que la artista expande con tejido en hilo de algodón, oveja y alpaca, se crea una minuciosa trama de instantes que regresan a su estado de crecimiento y transformación gracias al trabajo manual. La construcción de estos paisajes conecta el acto del tejer, tan vinculado a la mujer, lo íntimo y lo doméstico, con una perspectiva creadora que parte de la propia experiencia con el entorno natural. 

De la misma forma Moreno & Grau presentan una escultura de arcilla negra y cristal tallado a mano y el díptico fotográfico “Dentro del círculo” (2020); obras que parten del estudio del paraje de la desembocadura del río Guadalhorce en Málaga, desde una experimentación con el medio donde el recorrer se transforma en ser parte activa del mismo. Vivirlo en su propia piel y adoptar los gestos, las variaciones y transformaciones que se dan en él para llegar a formas de hacer orgánicas. Una manera de trabajar que inevitablemente provoca una subjetividad que aleja la idea de un paisaje que está “ahí fuera” por un paisaje que existe a raíz del propio descubrir en primera persona.

Juan Baraja presenta un proyecto fotográfico –Hipódromo– donde reconstruye un relato en el que –por primera vez en su trabajo– el paisaje exterior, los sujetos y objetos que lo contextualizan y dan vida, se alzan con fuerza, utilizando la luz como material constructivo de un paisaje urbano y subjetivo. Frente al recorrido de las artistas anteriores en sus trabajos, aflora cierta detención o quietud, lo que es un movimiento leve pero sugerente que logramos entrever entre lo revelado y lo oculto. Lugares con tal peso escultórico que ejercen un gran poder de atracción en nosotros y que lejos de adentrarse en nuestra retina, componen arquitecturas que permanecen eternamente en nuestra dimensión soñada o imaginada.