Estampa 2016
22 al 25 de septiembre de 2016
Nave 16, Matadero Madrid, plaza de Legazpi 8. 28045 Madrid. Stand F1.
La Gran participa en Estampa 2016 con un solo project de Marina Núñez (Palencia, 1966) dentro de la sección “Mapa” comisariada por Guillermo Espinosa que este año está dedicada a las prácticas artísticas híbridas. Para la ocasión presentará piezas de video, infografías y pinturas de la artista palentina que aportan una visión amplia del carácter heterogéneo de su producción.
Por mostrar esta hibridación en el contexto propuesto por la feria, mezclamos obras de diferentes etapas de su producción, como las de la serie “Playa” (2004) –infografía sobre papel–, los Ángeles caídos de la serie “Ciencia Ficción” (2008) realizados mediante infografía en caja de luz, o los óleos sobre papel de la serie “Monstruos” (2011). Junto con ellas, también presentaremos piezas más recientes de la serie “El fuego de la visión” (2015), en video, o los ícaros de la serie “Pesa el Aire” (2016), infografías sobre papel que son la última obra producida por la artista.
De esta forma, la heterogeneidad que caracteriza a la materialización de las obras de Marina Núñez, posee a su vez una relación intrínseca a la intención conceptual de las mismas, teniendo en cuenta que los protagonistas de sus piezas son sujetos nómadas o performativos, híbridos o mestizos, transfronterizos o cíborgs. El ser frankensteiniano, que anteriormente representaba bajo la estética de la loca o la histérica, pero que siempre ha supuesto el fin del cuerpo canónico que nuestra cultura imagina como puro, estabilizado y autónomo. Así, la imaginería de la artista muestra una era, la nuestra, donde prótesis, trasplantes, tratamientos químicos o genéticos hacen inviable la vieja idea de la integridad corporal y la ingeniería genética nos lleva a la concepción del ser humano como mutante y a la especulación sobre un futuro posthumano dominado por la inteligencia artificial.
Con su obra plástica, Marina Núñez nos invita a reflexionar sobre cómo afectan a nuestra subjetividad y a nuestra vida las cada vez más habituales interferencias entre lo humano y lo tecnológico. Una constante de su producción ha sido la representación de seres aberrantes, diferentes, los que existen al margen o en contra del canon. Los cuerpos anómalos que pueblan sus cuadros, infografías o vídeos nos hablan de una identidad metamórfica, híbrida, múltiple, recreando una subjetividad desestabilizada e impura para la que la otredad no es algo ajeno, sino una característica que constituye básicamente al ser humano.
Sus mujeres histéricas, medusas, momias, monstruos o cíborgs, a pesar de pertenecer al territorio de los excluidos, no nos resultan lejanos sino que nos afectan e identifican. Y sus imágenes se perciben como espejos ligeramente deformados que nos sugieren que la locura o la monstruosidad son simplemente una cuestión de grado. Estas mutaciones no son sólo fisiológicas, sino que a estos cuerpos les corresponden identidades desdobladas, heterogéneas, poseídas, múltiples... que pretenden aceptar la otredad dentro de sí, en un proceso de aceptación de la otredad del contrario, pero que nunca llega a materializarse en una simbiosis total y positiva. Por eso, el resultado da lugar a seres inconsistentes, maleables y fluyentes que constituyen un territorio perturbador donde la hibridación no es solo técnica, sino que también forma parte del proceso conceptual en sí mismo.