Marina Núñez. “Nada es tan profundo como la piel”
De 1 de diciembre de 2023 a 10 de marzo de 2024. Museo Lázaro Galdiano. Calle Serrano 122. Madrid. Comisariada por Isabel Tejeda.
Tras sus recientes exposiciones en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, en la Sala Kubo Kucha de San Sebastián o –en este caso colectivas– el CAFA Art Museum de Pekín y el Pabellón de Camerún en la sección oficial de la 59ª Bienal de Venecia, Marina Núñez presenta un nuevo proyecto realizado específicamente para diferentes espacios del Museo Lázaro Galdiano de Madrid.
En el Museo Lázaro Galdiano, la artista y la comisaria se proponen trabajar a partir de los grandes géneros de la Academia Francesa del siglo XVIII, utilizando como forma protagonista el ornamento, estilema propio de un pasado pre-industrial. El ornamento entró en crisis a principios de la centuria pasada y se consideró un exceso, una amenaza a la forma “pura”, cuando se pasó de las fórmulas de producción artesanas a las industriales, lo que teorizó –y demonizó– el arquitecto Adolf Loos en Ornamento y Delito (1908).
La intervención de Marina Núñez en las colecciones del museo de la calle Serrano rechaza el discurso de Loos y propone una nueva gramática del ornamento considerado, como en las palabras de Valéry, como algo definitorio, fundamental, necesario. Sus obras de carácter multimedia, diseñadas electrónicamente, suponen una vuelta de tuerca, son ejemplos de la actual producción post-industrial.
Estos trabajos conversan, activan, varias de las obras expuestas, así como la arquitectura de Francisco Borrás de principios del XX, con su pletórico exceso de adornos dorados: las ventanas, el patio de armaduras y el patio cubierto, corazón del palacio desde el que se articula el museo.
También subraya las fórmulas museográficas elegidas por José Lázaro Galdiano, que partía en la disposición de los objetos en el espacio, de la tradición de los gabinetes de pinturas romanos de los siglos XVII y XVIII, el muro entendido como cluster hanging.
Siguiendo el discurso de sus últimos trabajos, Marina Núñez pone en evidencia la condición orgánica del ser humano y su fragilidad; que sus pieles, sus cuerpos, pertenecen al contexto en su materialidad. Que la naturaleza no es lo otro sino lo mismo.
Sobre la artista:
Una constante en la obra de Marina Núñez (Palencia, 1966) ha sido siempre la representación de seres aberrantes, diferentes, los que existen al margen o en contra del canon. Los cuerpos anómalos que pueblan sus obras, sus mujeres histéricas, medusas, momias, monstruos o cíborgs, a pesar de pertenecer a este territorio de lo excluido, no nos resultan lejanos sino que nos afectan e identifican. Y sus imágenes se perciben como espejos ligeramente deformados que nos sugieren que la locura o la monstruosidad son simplemente una cuestión de grado.
La obra de Marina Núñez forma parte de relevantes colecciones como las del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, el MUSAC de León, la Corcoran Gallery of Art o The Katzen Art’s Center, ambos en Washington D. C., el FRAC Corsica en Corte, Córcega o el Museo de El Cairo. Ha expuesto individualmente en prestigiosos museos como el Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Patio Herreriano de Valladolid, MUSAC, TEA de Tenerife y recientemente, en 2021, en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, así como en galerías de Europa, Hispanoamérica y Estados Unidos.
“Nada es tan profundo como la piel es el título de este proyecto de intervenciones que se sirve de la conocida frase de Paul Valéry en la que el autor francés ponía en evidencia que la epidermis nos conecta con el entorno y los objetos que nos rodean. La superficie no es el reverso de lo profundo, ni su contrario. Sobre lo más profundo, en la piel, vaga la intuición poética pudiendo llegar a conocimientos que la razón no alcanza, como defendiera Henri Bergson. En este proyecto, obras especialmente creadas para la ocasión que debemos entender como site specific, se posan en la superficie –que es forma y constitución– de las colecciones del Museo Lázaro Galdiano apropiándose de la noción misma de museo de arte y de colección como una fórmula que redimensiona su sentido al proponer modelos museográficos alternativos: se trabaja con un espacio connotado tanto por la arquitectura como por los elementos y dispositivos que lo entretejen y habitan.” (Isabel Tejeda, comisaria de la exposición)
“Frente a esa idea extendida del ornamento como algo superficial, inesencial, y por supuesto afeminado, se apuesta por las superficies materiales, por el cuerpo, concretamente por la piel, y no por hipotéticas esencias profundas e invisibles. En todas las obras se representan además plantas, antiguas o nuevas especies botánicas, que están en las telas, en las pieles, en la arquitectura… El ornamento representa vida, y produce vida, y nos encontramos seres humanos como paisajes, como ecosistemas.” (Marina Núñez)