Cristina Ramírez. "El color quema", 2018

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Cristina Ramírez. "El color quema", 2018

€800.00

Arcilla negra cocida.

36x16x1,5 cm

Cristina Ramírez culmina a través de varias piezas escultóricas, su investigación en torno al horror cósmico y su representación a partir de la obra literaria de autores como H.P. Lovecraft, Arthur Machen o William H. Hodgson, estableciendo una serie de categorías paisajísticas que parten de la ficción y la especulación.

“A menudo el paisaje, imagen de nuestro mundo, se deforma, se rasga y se pervierte al entrar en conflicto por la irrupción de un mundo ajeno, de unas fuerzas desconocidas de otro orden. Para ello hago uso de una figuración en exceso nítida, prolija en detalles que no ofrece descanso a la mirada.” (CR)

Precio con IVA incluido.

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Cristina Ramírez desarrolla su trabajo en el campo del dibujo y la escultura.

En su obra existe un cuestionamiento del sujeto y del mundo a través de la representación de paisaje, imagen de nuestro mundo, que a menudo se deforma, se rasga y se pervierte al entrar en conflicto con la irrupción de un mundo ajeno, de unas fuerzas desconocidas de otro orden. Para ello hace uso de una figuración en exceso nítida, prolija en detalles que no ofrece descanso a la mirada.

La mayoría de sus dibujos o esculturas son piezas de umbral: presencias o espacios intermedios, fruto de la intersección de dos mundos, el nuestro y aquél otro desconocido. En las obras hay una intención consciente de agotar la mirada, de retirarle los anclajes, bien sea por la superabundacia de información gráfica y detalles; bien por una ruptura con el punto de fuga único que le obliga a deambular de un lado a otro, recorriendo la superficie de la pieza; o bien por una fractura en la narración que viene dada por la inclusión de la geometría como elipsis o símbolo de esa otra naturaleza no humana. La paradoja se convierte así en una constante en virtud del deseo por mostrar lo informe, lo impensable, lo desconocido, a través de un exceso de materialismo.

Su obra muestra una crisis simbólica del orden que, además, conlleva un giro en la mirada, desechando un punto de vista antropocéntrico. Este desplazamiento pone el foco en lo nimio y anecdótico de la posición cósmica de nuestra especie.

El uso del blanco y negro que caracteriza la obra bidimensional de Ramírez bebe directamente del lenguaje del cómic contemporáneo de Charles Burns y el cómic "underground" americano, pero también de Moebius y la "ligne Claire" franco-belga, de los mangas de Katsuhiro Otomo y Suehiro Maruo, así como de Stéphane Blanquet y la ilustración contemporánea; sin olvidar la tradición romántica del paisaje europeo y a la estampa japonesa del “Ukiyo-e".

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